Número seis: Está compuesto por tres multiplicado por dos, como por la mezcla de dos sexos, atribuido según la doctrina de Pitágoras, a la generación y los matrimonios, está consagrada a Venus y a Juno.
Número siete: significa el reposo y está consagrado a Saturno; este número siete rige el movimiento y la luz de la Luna; por ello lleva el nombre de la virgen Tritonia, ya que ésta no concibe; se atribuye a Minerva, porque ésta no es padre ni madre; asimismo, a la viril Palas, porque está compuesto tanto por números masculinos como femeninos; Plutarco atribuye también este número siete a Apolo.
Número ocho: a causa de la religión de la justicia, está consagra-do a Júpiter; es también dedicado a Vulcano, pues está compuesto por el primer movimiento y el número dos, multiplicado por sí mismo, dedicado a Juno.; también está consagrado a Cibeles, la gran madre de los dioses, a la que le fue dedicado el cubo en general; Plutarco lo dedica a Baco o Dionisio, que según se dice nació al octavo mes; además porque los niños que nacen en el octavo mes de su concepción no viven, se atribuyó este número ocho a Saturno y a las Parcas.
Número nueve: Pertenece a la Luna, como receptáculo último de todos los poderes y virtudes celestes, al igual que a las Musas y a Marte, término de todas las cosas.
Número diez: Por la misma razón que la unidad es atribuida al Sol, está dedicado a Jano porque el fin del primer giro viene en auxilio de la segunda unidad; además, es atribuido al Mundo.
Número doce: se atribuye, de modo parecido, al Mundo, al Cielo y al Sol, porque el Sol, al recorrer los doce signos del Zodíaco, divide el año en doce meses. Pero el número once, por ser semicircular, es atribuido a la Luna e incluso a Neptuno.
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